Tras varios días de nervios y acusaciones cruzadas, el bloque de diputados radicales decidió no pronunciarse esta noche sobre el pedido de expulsión de los cinco legisladores de la bancada que con sus votos ayudaron a blindar los vetos de Javier Milei a las leyes de recomposición de las jubilaciones y de financiamiento universitario. La definición dejó flotando la amenaza de fracturar la bancada del sector enfrentado con la Casa Rosada, que insistió con castigar al grupo rebelde.

Tras un paciente trabajo para calmar los ánimos, la conducción de la bancada que encarna Rodrigo de Loredo (Córdoba) logró sortear el pedido de expulsión de los diputados Mariano Campero (Tucumán), Pablo Cervi (Neuquén), Martín Arjol (Misiones), Luis Picat (Córdoba) y el extrapartidario Federico Tournier (Corrientes).

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Según pudo saber LA NACION, la reunión del bloque radical lejos estuvo de ser tormentosa, como presagiaban las palabras de los legisladores que impulsaban la expulsión de los díscolos, pero sí tuvo un claro perfil de catarsis, con quejas y reproches por la actitud de los diputados cuestionados.

Como se esperaba, en el debate se enfrentaron dos posiciones. Los que como Julio Cobos plantearon darle una nueva oportunidad a los legisladores, aunque pidiéndoles que firmen un compromiso de respetar las posturas que adopte la bancada, y las del sector que responden al presidente del partido y senador, Martín Lousteau, y el diputado Facundo Manes, molestos con la postura blanda de la conducción de la bancada y que volvió a amenazar con agarrar sus cosas y armar rancho aparte.

Facundo Manes y Martín Lousteau

Como parte del acuerdo para evitar una medida tan extrema como la expulsión de cinco de sus miembros, De Loredo pactó con los diputados cuestionados que no participaran del encuentro –podían haberlo hecho vía zoom ya que se encuentran en Brasil participando de una cumbre agropecuaria– lo cual contribuyó a calmar los ánimos.

Los diputados radicales llegaron a la reunión de esta noche con dos posibles escenarios. El primero, que la discusión quedase en la nada ante la paridad de posturas al interior de la bancada. La segunda, la posibilidad de la fractura del bloque ante el portazo con el que amenazó el sector que pidió la expulsión de los legisladores que, según su visión, traicionaron los principios partidarios ayudando a blindar los vetos de Milei.

El debate interno en la bancada mostró de entrada la polarización entre los sectores liderados Lousteau y Manes, que persiguen el castigo a los diputados, y los que se niegan a romper la bancada aplicando una sanción tan drástica, alineados con los gobernadores y comandados por los legisladores que responden al mandatario mendocino, Alfredo Cornejo.

El ministro del Interior, Guillermo Francos, recibió al gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo.

En el medio de ambos extremos quedó un heterogéneo grupo de legisladores entre los que se destacan los denominados neutrales, entre los que se encuentra los que pidieron la reunión de esta noche, Cobos y Mario Barletta; y el grupo de cinco diputados cuya expulsión estuvo en debate.

El pecado de los diputados apuntados es el de haber ayudado al Gobierno a blindar no uno sino dos vetos, dando un giro de 180 grados con relación a cómo habían votado cuando se discutieron en la Cámara baja los proyectos de recomposición de los haberes para jubilados y pensionados, y de financiamiento a las universidades nacionales.

Campero, Picat, Cervi, Tournier y Arjol, junto a Milei y funcionarios nacionales

Para más escarnio, los cinco legisladores se mostraron en una foto en la Casa Rosada con Milei antes de votar en contra de la insistencia de la ley que intentó devolverle a los jubilados el 8,1% de inflación correspondiente al mes de enero que el Gobierno no incluyó en el decreto con el que modificó la fórmula de actualización de las jubilaciones, en abril último.

Como si esto fuera poco, Campero, Picat, Cervi, Majol y Tournier volvieron a favorecer al oficialismo, con su voto en contra o con su abstención (en el caso de Cervi), cuando la oposición volvió a la carga en la Cámara de Diputados para asestarle un golpe al Poder Ejecutivo y revertir el veto total del jefe del Estado a la ley de financiamiento universitario.

El más cuestionado es el tucumano Campero. No sólo se sumó al asado en la quinta de Olivos con el que Milei agasajó a “los 87 héroes” que le permitieron sostener su veto a la ley de jubilaciones, sino que se mostró desafiante en sus declaraciones públicas posteriores, cuestionando a los sectores de la UCR que piden su expulsión.

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Salvo Tournier, que ingresó al Congreso como extrapartidario en las listas de la UCR correntina y se integró al bloque radical en Diputados, sobre los otros cuatro diputados pesa la suspensión en su afiliación y un pedido de expulsión del partido decidido por la Convención Nacional de la UCR, que conduce Gastón Manes, hermano del diputado, que debe decidir el tribunal de ética del Comité Nacional.

Según pudo saber LA NACION, el proceso está en la etapa en la que los acusados deben realizar su descargo a las acusaciones que pesan en su contra. Una vez que hayan entregado su respuesta, el tribunal tendrá que tomar una determinación.

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