SAN NICOLÁS.- El presidente ejecutivo de Ternium, Martín Berardi, empresa controlada por Techint, alertó sobre el costo impositivo de producir en la Argentina e insistió en la necesidad de repensar un nuevo sistema tributario, donde juegan un papel crucial los impuestos provinciales y las tasas municipales. En este sentido, denunció el incremento de la tasa de seguridad e higiene cerca de un 100% en el partido bonaerense de Ramallo, donde la empresa tiene una de sus plantas. La firma es líder en el rubro acero.
En detalle, contó que en abril pagarán por empleado por mes la suma de $330.000 por ese concepto. En esa fábrica poseen unos 3500 trabajadores, por lo que solo por esta tasa, la compañía desembolsará cada 30 días unos $1155 millones. Esto representa unos US$14 millones al año para el pago de la tasa de seguridad e higiene.
“Debemos puertas adentro trabajar en la eficiencia y en inversión en tecnología pero afuera hay que bajar la carga impositiva, los impuestos distorsivos que son una cosa de locos. La municipalidad de Ramallo pasó de cobrar $172.000 en diciembre de 2024 por persona por mes a $330.000 para el mes que viene″, dijo el directivo.
“En un año malo, de transición, como fue el 2024, entre tasa de seguridad e higiene, Ingresos Brutos y el impuesto al cheque, Ternium Argentina pagó US$70 millones, mucho más de lo que se hubiese pagado en Brasil o en México. En un año bueno son más de US$100 millones solo de estos tres impuestos distorsivos que se multiplican en la cadena y que atentan contra la agregación de valor. Esto es lo que hay que ver. No hay que devaluar, hay que bajar los impuestos lo antes posible, si no la Argentina no es competitiva como sistema. Es la competitividad de un país. Si no hay competitividad corrés el riesgo de primarizarte, de vender productos primarios y no tener ningún tipo de industria”, advirtió.
Es el mismo gobierno de Javier Milei el que, desde el inicio de la gestión, planteó estar en contra de las tasas municipales, a lo que el ministro de Economía, Luis Caputo, que hoy visita Expoagro, llamó la “batalla cultural”. Un relevamiento de la Unión Industrial Argentina (UIA) de diciembre pasado mostró que, en promedio, las compañías realizan siete pagos por tasas municipales todos los meses y cada vez son más las que reclaman la falta de una contraprestación. En 2021, el 51% señalaba que ese era el principal problema. En 2024 el porcentaje subió a 81%. Es así que la mayor fuente de ingresos y de recursos de los intendentes del interior son las tasas que les cobran a las compañías asentadas en sus distritos.
Luego, Berardi habló de las perspectivas de la industria en medio de una Argentina en reacomodamiento. “Hay una pequeña reactivación. Solo de recorrer los stands de los clientes [en Expoagro] noté un ambiente mucho más positivo que el año pasado, con mejor humor y con expectativas de que la cosecha gruesa viene bien y que en pocos días empieza la siembra de la fina en algunas zonas, con lo cual ya se están vendiendo algunos equipos para siembra. Todos reconocen que es un año de transición, que hay que ajustar los costos, que la ecuación una vez que no haya más inflación y las cosas estén más claras, hay que trabajar en la eficiencia interna y en la productividad, todos están trabajando en eso”, destacó.
En este contexto, aseguró que si la cosecha anda bien, “es un sector que debería rebotar positivamente en la Argentina y eso llevará a traccionar directamente la actividad industrial”.
“El año pasado nuestros despachos cayeron un 24% y este 2025 van a levantar un 20%. Es decir que vamos a estar todavía un 15% abajo de 2023. En un año de corrección, la recuperación va a ser gradual y va a venir de la mano de las mayores exportaciones, ya sea de la minería, del agro, de la energía y; de la inversión que aun no está viniendo al ritmo que debería”, subrayó.
La proyección de la compañía era que parte de la recuperación llegue para marzo pero ahora lo ven más en abril y lo que esperaban para abril ahora lo estiman para mayo. “Se está demorando un poco y el problema está hoy en que no hay recuperación en el sector de la construcción, donde va la mitad de nuestra demanda; la otra parte va a los sectores industriales, que tienen un comportamiento dispar. La construcción todavía muy lenta, con precios por metro cuadrado muy altos todavía y tiene que haber un ajuste”, indicó. Además, remarcó que todavía no hay suficiente crédito que debería dar el impulso: “Hay muy poca obra pública, entonces la construcción viene lenta. Esto se ve en el despacho de cemento”.
Contexto mundial
Respecto del escenario global, para el ejecutivo el impacto para la Argentina de la política arancelaria del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, hacia algunos países es todavía una incógnita.
“Trump ha desatado una guerra comercial a nivel mundial, donde pega primero y negocia después. Hay que ver cómo se negocia. La lógica es que Europa y América son aliados naturales de Estados Unidos y el problema de Estados Unidos es con el sudeste asiático, donde en la globalización fueron muchos empleos industrializados. Lo que está haciendo Trump es traer esos empleos industrializados a los Estados Unidos. En el mandato anterior, Trump también empezó con aranceles y después la Argentina negoció una cuota de acero en Puerto Rico y México encontró también un acuerdo. Es decir, no vemos que Estados Unidos en el largo plazo peleado con Canadá y México. No lo concibo, porque es un ‘pierde pierde’, si fuese así. Pero esto recién empezó”, aseguró.
“Después de todo este cimbronazo, de esta turbulencia, debería haber ventajas para Latinoamérica pero no sabemos ni cuándo ni cuánto ni cómo. Lo que más preocupa es que se cambian todos los flujos de comercio. Si Europa bloquea China y Estados Unidos bloquea China, sobran cosas en China para todos lados. Por eso, la Argentina tiene que abrirse, entender que está pasando en el mundo y jugar este juego. Podés estar de acuerdo o no, pero es irrelevante. La apertura inteligente en la Argentina tiene que tener algunos cuidados, no puede ser irrestricta. Es nuestro planteo”, añadió.
En esa línea, remarcó que la Argentina cerrada no funciona, que ya se vio y que nadie quiere un país cerrado. “La apertura irrestricta también genera muchos problemas, especialmente en la guerra comercial como la que hay en la actualidad. El único camino que queda es que haya una apertura inteligente y seleccionada, con acuerdos comerciales con Estados Unidos, con el Mercosur, con Europa y controlar de alguna manera la invasión de productos chinos”, finalizó.