Ayer, en la previa del partido por Eliminatorias frente a Uruguay, con la Selección Argentina como visitante, los jugadores disfrutaron de un clásico ritual argentino: el asado. En un clima de camaradería, Emiliano “Dibu” Martínez se acercó a la parrilla, saludó al histórico cocinero del equipo, Diego Iacobone, y registró el momento en un video que subió en sus redes sociales.

Dibu Martínez mostró el asado que comió con sus compañeros de la selección argentina

Horas antes del partido, LA NACION habló con Diego Iacobone, el hombre detrás de la parrilla de la Selección Argentina desde hace 26 años. Nadie conoce mejor que él los gustos de los campeones del mundo. Y sí, hay secretos para lograr un asado a la altura de Messi, De Paul o el Dibu.

¿Cuál es la clave? Primero, el fuego. Iacobone no improvisa: usa una mezcla de carbón y quebracho, la fórmula ideal para lograr brasas duraderas, con el calor justo, y sabor.

En cuanto a los cortes, sorprende la simpleza: nada de modas palermitanas. “Acá no se pide ni Tomahawk ni T-bone. Lo más pedido es la entraña, por lejos”, cuenta. Y aclara que ninguno de los jugadores tiene caprichos ni pedidos especiales. No hay términos de cocción imposibles ni carnes exóticas. “Siempre a punto, sin sangre”, resume. Sencillo, como en casa.

La parrillada “oficial” incluye chorizo, morcilla, molleja, asado, vacío, matambrito de cerdo, entraña y ojo de bife. Un clásico. Todo acompañado con achuras. “Calculamos un kilo de carne por cabeza”, dice sobre las raciones.

¿Y la carne? “Se la compramos a un proveedor de confianza que tenemos desde hace muchos años”, asegura. Porque en este ritual sagrado, la calidad no se negocia.

Así se cocina el asado de los campeones: sin vueltas, sin moda, pero con alma y brasas bien argentinas.

Iacovone cuenta que en materia de cortes, no hay excentricidades gourmet ni modas palermitanas.

En 2023, luego de la victoria de la Selección en Qatar, LA NACION conversó con el cocinero de la albiceleste quien compartió historias, secretos y más de una perlita que vale la pena recordar:

-Desde 1999 acompañás a la selección por el mundo, sin interrupciones.

-Mi primer viaje fue con la Copa América en Paraguay (1999) y después el Mundial de Japón (2002). A partir de ahí, estuve en todos los mundiales: Alemania, Sudáfrica, Brasil, Rusia y el último Qatar. Soy un agradecido de que me aguanten desde hace tantos años.

-¿Los jugadores tienen un menú preestablecido o les dan libertad para elegir lo que van a comer?

-No, ellos tienen un menú que consiste en ensaladas simples pero distintas. Hay 20 o 24 gustos de los cuales veinte son simples y cuatro combinadas. Después dos pastas, una lisa o simple y otra con agregados o salseadas. También hay dos o tres proteínas, y cuatro guarniciones como arroces y verduras.

-¿Cuál es el plato que más te elogian, con el que te lucís?

-No sé… trato de que todos salgan bien. Pero lo que más me gusta hacer son las comidas criollas, todo lo que se cocina en disco, parrilla y asador. Me encanta asar y, modestamente, creo que me sale muy bien.

-Imagino que en la Selección, como en todas las familias, siempre hay alguien que se acerca al asador y empieza a opinar: “se está pasando”, “metele brasas”, “deberías darlo vuelta”…

-[ríe] Sí, acá también tenemos. Siempre hay alguno. Es más, te diría que casi todos son así. Pero el que siempre viene temprano a la parrilla es Lautaro Martínez. Pero él sabe, porque hace asados y le gusta. Es muy buen asador, un crack.

-Los jugadores de la selección suelen comer en los mejores restaurantes del mundo. No debe ser fácil estar a la altura…

-Obviamente que ellos saben mucho de comida y nutrición, la tienen más clara que cualquiera. Pero también llevan dentro la esencia criolla. Mirá, no tengas dudas: la milanesa a la napolitana no te la cambian por nada.

-¿Siempre hay milanesas en el menú?

-Desde hace años. Es un clásico de la Selección Argentina: después de los partidos, como una especie de premio, les preparamos milanesa a la napolitana con fritas.

Desde hace años, hay un clásico que nunca falta en la Selección: después de cada partido, como un merecido premio, los jugadores comen milanesas a la napolitana con fritas.

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