Muchas veces ocurre en el fútbol que los imponderables no siempre terminan causando los dolores de cabeza que se prevén al momento de suceder. Para San Lorenzo, Iker Muniain era un símbolo necesario dentro del campo. Por nombre, jerarquía, eje en la identidad colectiva y liderazgo, pero horas previas al comienzo del Torneo Apertura, allá por fines de enero, sufrió un fuerte desgarro y, tras una ardua rehabilitación, recién está a punto de volver. Parecía el fin del mundo para muchos, no para un hombre sereno como Miguel Ángel Russo, que –más allá de no ignorar la dificultad- cambió preocupación por ocupación. Y en Malcom Braida encontró la solución perfecta para potenciar al equipo y forjar el resurgimiento de una versión individual que había quedado en el pasado, en otros lugares.

Desde su arribo en 2022, el jugador nunca tuvo algún momento de perdición. El cordobés, de 27 años, fue permanentemente valorado tras unos pequeños meses de adaptación que había utilizado en aquel entonces Rubén Darío Insúa para observar el plan a futuro. En el mismo entró Braida y no salió más, convirtiéndose –incluso- en un futbolista invisible para el fútbol argentino. ¿De qué manera? Le otorgó todo el carril izquierdo. Habituado a comenzar sus avances unos metros más adelantado, debía retocar sus propias formas para ser parte de una línea de cinco defensores desde la cual se sumaría al ataque, siempre priorizando la solidez, característica de aquella idea del técnico.

Braida es puro sacrificio: marca, dinámica y, ahora, goles

No era un problema para “Kako”, sobrenombre por el que quería ser conocido en tiempos en los que era un juvenil de Instituto, debido a la vergüenza que le causaba ser llamado por su nombre, tal como le contó alguna vez al medio La Voz. Justamente en Córdoba, se transformó en un polifuncional total: además de haber pasado por el lateral izquierdo, puesto familiar que proyectó Insúa para él, supo jugar como volante interno, enganche, segundo punta y, especialmente, fue un desequilibrante en los costados, ya que actuó como volante por izquierda y se movió en los dos extremos.

De hecho, cuando fue cedido a Aldosivi, tuvo protagonismo como delantero por afuera. Se destacó en 2021 y San Lorenzo lo contrató como un atacante nato, aunque la estadía fue cambiando su ubicación. Tanto para Leandro Romagnoli, cuando asumió en abril de 2024, como para el propio Russo, cuando tomó la dirección técnica durante los últimos meses del mismo año, mantuvieron esa grata sensación que trasladó su rendimiento de la mano del “Gallego”: no tuvieron dudas sobre quién debía ser su N°3. Hasta que…

El actual entrenador cambió la ecuación rápido. Con el vasco lesionado y descartado por muchas fechas, debió meter una mano que no era provisoria, sino un accionar duradero. Corrió a Matías Reali de la posición izquierda para que fuera el enlace y, con la vacante liberada, hizo tranquilo el movimiento. Elías Báez, que era competidor de Braida, ya había dado la talla como lateral zurdo, justamente, cuando el cordobés se marginó dos meses por una fractura en el segundo metatarsiano derecho.

Braida se inició futbolísticamente en Instituto

Fácil: el chico de 20 años se impuso y Malcom se posicionó delante en cada jornada del presente torneo. Ayuda mutua, ya que el juvenil se siente contenido por los esfuerzos incansables de quien posee un estado físico apto para no parar de correr por la franja, que tiene la experiencia de saber defender y la naturaleza de imponer su velocidad e imprevisibilidad para causar estragos en la ofensiva, así como Braida tiene la libertad de soltarse más porque le cuidan la espalda.

“Sin dudas, es mi posición natural la de extremo. Por características, es donde más puedo aportar en ofensiva. Me siento cómodo. Obviamente, me ha tocado mutar con la posición de lateral-carrilero, en la que traté de cumplir de la mejor manera. Pero sí que esta posición me sienta muy bien”, le reconoció Braida a F12, en ESPN, tras su doblete a Racing del fin de semana pasado: el último tanto que había convertido había sido un año y ocho meses atrás, ante Estudiantes de Mérida, de Venezuela, por Copa Sudamericana.

Muy regular en su rendimiento, en cierto silencio superó el centenar de encuentros vestido de azulgrana y ya contabiliza 126. Siempre un pilar, en el último tiempo ascendió en la escala: es imprescindible y casi inigualable, no hay en el fútbol argentino un futbolista tan versátil y solidario. En esta etapa, junto a Jhohan Romaña, son los preferidos de la hinchada. Además, se ganó el premio puertas adentro: sin Muniain, Russo le dio la responsabilidad de llevar la cinta de capitán, algo que despertó todavía más ímpetu del que ya expone.

“Es un orgullo muy grande, conlleva una gran responsabilidad. Portarla en una gran institución, que tus compañeros confíen en vos para cumplir ese rol: eso le da más valor aún”, agregó en sus recientes declaraciones. Muy comprometido, fue uno de los cuales el grupo se apoyó a la hora de ir a reclamar ante el presidente Marcelo Moretti la deuda de sueldos y primas, conflicto que ambas partes dan por finalizado con éxito: “Mejoró. Es un poco como el fútbol, ahora está todo bien y viento en popa”, dijo tras sus dos goles, a pura sonrisa.

Incluso, imponiendo su buena voluntad de darle prioridad a esta camiseta. Pese a ciertas rispideces con la directiva por la renovación de un contrato que finalizaba a fines del 2024, días en los que trascendió la idea de que no juegue más en el club, decidió renovar su vínculo hasta fines de 2026. Claro, también su parte: en las condiciones exigidas hizo valer cada cero que se ganó por tantos años de ser insustituible.

De hecho, en el último mercado de pases Independiente, el rival que tiene este sábado en el Nuevo Gasómetro (desde las 17), estuvo muy interesado en comprarlo por la cláusula de rescisión accesible que ostenta: U$S 2.000.000. Sin embargo, desistieron al conocer su salario, sinónimo de que es un gran referente. Con menos fuerza, pero también detrás, estuvieron Fluminense, de Brasil, y un club mexicano que no trascendió.

¿Hombre para la selección? “Uno trata de sostener el rendimiento lo mayor posible, que es lo más difícil. Es un orgullo muy grande y creo que es el sueño de todos poder vestir la camiseta de nuestro país. También hay muchos factores en el medio: el momento del jugador, lo que se necesita en ese momento. El tiempo dirá”, no se ilusiona por demás y trabaja.

No resurgió Malcom Braida, resurgió la esencia de aquel “Kako” de 20 años que Miguel Russo quiso volver a ver en acción y ahora le costará soltar.

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