Una española y dos argentinos. Para ser más exactos, una madrileña y dos porteños. El trío que conforma el grupo Pica Pica es cosmopolita, tanto como su arte recibido por millones de niños en buena parte del mundo.
Son los youtubers infantiles del momento, habiendo obtenido el premio Botón Diamante por el suceso de su canal con más diez millones de suscriptores y habiendo superado los siete mil millones de visualizaciones. Exitosos y muy bien recibidos también por la audiencia adulta que encuentra en ellos un buen vehículo transmisor no solo de entretenimiento sino también de conocimiento para las infancias. Los próximos 22 y 23 de marzo se presentarán en el teatro Ópera porteño en el marco de una gira que también los conducirá por Rosario, Córdoba y Mendoza y por Uruguay, Chile y Perú. Hola caracola es el nombre del show, muy sostenido en el anclaje musical.
Ignacio Repetto, Emiliano Müller y Belén Guijarro son los hacedores del fenómeno. Actores, bailarines y payasos que encontraron en la formación del teatro musical -con herencia de la Comedia del Arte y el clown- las herramientas para conquistar a los niños, una de las audiencias más complejas de seducir.
En un cómodo espacio madrileño, Nacho Bombín, Emi Bombón y Belén Pelo de Oro, tal el nombre de los instalados personajes, se disponen a charlar con LA NACIÓN. “Para de contar”, dice la actriz cuando se le enumera el listado de países a visitar en los próximos días, sorprendida y exultante por la repercusión de Pica Pica en Latinoamérica.
La visita a nuestro país implicará el reencuentro de Repetto y Müller con su tierra natal. Y será, seguramente, la oportunidad de hacer un repaso por una apuesta de inmigración que no fue sencilla y conllevó una buena cuota de dolor, como suele suceder con todos los destierros. El de Ignacio y Emiliano lleva más de dos décadas y, a esta altura, ya se sienten bastante españoles, sin olvidar sus orígenes.
Sobreponerse
“Cuando salimos a escena entramos en el mundo del juego y de la canción y nos olvidamos de todo. Afuera hay muchas horas de oficina, estrés y hasta pasar por eventos familiares no agradables”, dice Repetto.
No están exentos a las vicisitudes de la vida. Duelos, dolores físicos y las contrariedades del día a día también los afecta, pero, dado el tono de su trabajo artístico, deben sopesar las situaciones y plantarse en escena con la mejor cara: “Hay que hacer un acto de interiorizar la felicidad que deseas transmitir, ese es nuestro trabajo, y hay que hacerlo con mucha eficacia porque, al fin de cuentas, vamos a llevar felicidad y alegría a las familias”, argumenta Guijarro, mientras se acomoda su “Pelo de Oro” que le da nombre a su criatura de ficción.
Con sentido común, la actriz reconoce: “Hacemos un ejercicio interior para mostrarnos bien porque el desamor está en nuestras vidas, la desaparición física de familiares queridos, nuestros padres envejecen, ocurren muchas cosas, pero siempre hemos dado el cien por cien de nosotros tanto en vivo como en las grabaciones en plató”.
En este sentido: Guijarro recuerda: “Un fin de semana no paramos de trabajar, pero me sentía pésimo, no me ingresaba el aire; el lunes fui a ver al médico y quedé internada con neumonía, a ese punto hemos llegado, uno intenta negar la enfermedad para tirar para adelante y poder mostrarse bien ante el público”.
“Por suerte existe la disociación, algo que aplica cuando sucede un hecho traumático como la pérdida de alguien querido”, reconoce Müller, quien padeció la muerte de sus padres y también una compleja operación de rodillas, pero, nunca dejó de actuar en Pica Pica. Incluso, el actor entiende que “a veces ir a trabajar es un alivio, un bálsamo para el corazón”.
Los tres saben que, por hacer un trabajo colectivo, el apoyo mutuo es fundamental y coinciden que la energía que irradia la platea nivela cualquier desánimo personal.
Los actores argentinos reconocen que no han sido fáciles los primeros años de desarraigo, pero que los ayudó haber llegado muy jóvenes y que Madrid, en particular, y España, en general, los ha recibido con los brazos abiertos. Rápidamente pudieron mutar la soledad y la añoranza del país natal al trabajar de su vocación, progresar económicamente y cosechar un nuevo grupo de amigos. El lado b de la vida del artista que se sube al escenario para brindar felicidad y entusiasmo. Hoy Repetto y Müller tienen sus papeles laborales al día y disfrutan del suceso de Pica Pica.
Digital o analógico
Si bien están muy afincados en la comunicación a través de redes sociales, los espectáculos en vivo de Pica Pica permiten la recuperación del código más ancestral, el arte en vivo donde confluyen artistas y espectadores. En la era digital lo analógico también es un gran recurso.
“Para nosotros es muy importante el contacto directo. Los tres venimos del teatro, medio que nos encanta. Si bien el mundo digital es una realidad, aún más con las inteligencias artificiales, nosotros somos carne de teatro, ahí es donde más nos divertimos. La verdadera red social es en el vivo y directo de los espectáculos. Cuando nos dicen ´come gracias a vosotros´, ´se recuperó gracias a vosotros´ nos damos cuenta que es el espacio donde mejor podemos sujetar el cariño y de una mejor manera”, sostiene Müller, quien interpreta a Emi Bombón.
Dada la repercusión de Pica Pica en mercados tan diversos, la universalidad del discurso fue un desafío a tener en cuenta: “Como nuestros DVD´s no llegaban a determinados lugares de España, nos pidieron que subiéramos el material a YouTube, pero nunca imaginamos lo que podía llegar a pasar en Latinoamérica. Pensamos en España, pero nos expandimos en muchos lugares de habla hispana, incluso en la población latina de los Estados Unidos”, argumenta Ignacio Repetto, quien le da vida a Nacho Bombín.
La enorme María Elena Walsh alguna vez dijo: “‘Me llama la atención la energía que pone mucha gente en denostar la tecnología. ¿Para qué? Ya llegó, está aquí, usémosla en lo que nos conviene y listo, qué tanto perder el tiempo hablando de la vieja máquina de escribir”.
Pica Pica entiende que apelar a herramientas como las redes sociales y plataformas les permite una visibilidad enorme que saben cómo capitalizar a través de materiales específicos y giras. “No es lo mismo la sociedad española que la chilena o argentina y, como nuestro show no tiene cuarta pared, tratamos de dialogar con las costumbres locales, apelar a dichos y hasta tradiciones de la gastronomía, para buscar un lazo más directo”, explica Müller.
Sin contradecir a sus compañeros, Guijarro reconoce: “Viajando por tantos lugares, nos dimos cuenta que la diferencia no está en los niños, sino en los adultos. Trabajamos para niños de menos de ocho años y sentimos que, en todos lados, son igual de amorosos. Al niño hay que apartarlo de los conceptos sociales que tenemos los adultos”. Tal es la universalidad del discurso de Pica Pica que en países como Australia, los docentes utilizan sus videos para la enseñanza del español.
En la actualidad, la cuestión de género es una problemática vigente que no excluye a las infancias. “Nos dirigimos a todos los niños y niñas que hay en la sala y no entramos en valoraciones en esa cuestión, ni nos ponemos a enseñar ni a ser pedagogos en los temas de género, pero sí intentemos incluir a todos”, afirma Guijarro.
“Vivimos en el mundo actual y sabemos que la inclusividad y el género es una problemática vigente, pero, en nuestro target, sentimos que no es tan importante entrar ahí; el nuestro es un espectáculo familiar y somos muy respetuosos del modelo de familia que cada uno haya construido”, define Müller.
Los tres actores llevaban sus carreras artísticas transitando, sobre todo, el teatro musical. Se conocieron trabajando y rápidamente se transformaron en amigos. “Tomando un café nos preguntamos si no era posible generar un proyecto común, con aquello que nos gustaba, tomando la actuación, el canto y la danza que era lo que nos unía. En 2011 lo concretamos, pero nunca pensamos que iba a ser algo que se mantendría en el tiempo”, afirma Guijarro.
Pica Pica lleva catorce años de vida y no deja de sumar público: “Ya tenemos exseguidores que tienen 18 años”, confiesa Repetto con cierto pudor e intentando que las estadísticas no lo abrumen. “Nos conservan en un lugar muy afectuoso, ´sois mi infancia´, nos dicen y eso es algo muy grato de escuchar”, reconoce Müller.
Destierro
“Migrar es para siempre, no es gratis. En mi caso, me fui a los 21 años, por la coyuntura económica social que se vivía en la Argentina, previo a la crisis de 2000 y el corralito. La precariedad laboral y la inconsciencia de mi edad, me llevaron a una búsqueda, pero uno siempre es de donde nació. Cada vez que estoy en Madrid, echo de menos a Buenos Aires y cuando regreso a mi ciudad, echo de menos a Madrid. Los migrantes, una vez que partimos, somos una patria flotante”, dice Müller.
A Repetto lo estimularon algunas amigas que ya habían pisado Europa. Espectáculos de teatro, fusionados con danza y circo, lo envalentonaron a seguir viaje. “Al principio trabajaba en pequeñas salas y, en simultáneo, conseguí trabajo como artista de fiestas infantiles, que era lo mismo que hacía en la Argentina cuando me fui”, sostiene el actor, quien, durante los primeros tiempos debió compartir un pequeño departamento con desconocidos. Para él implicó un cambio de país y salir de la casa de sus padres, con quienes vivía en Buenos Aires.
La realidad de Guijarro fue otra. La actriz, bailarina y cantante es de Canillejas, un barrio residencial de Madrid, cercano al aeropuerto.
Así como la banda atravesó ya a varias generaciones de niños, ellos también recuerdan a aquellos artistas que acariciaron sus niñeces. “Enrique y Ana, Xuxa, Teresa Rabal y Los Parchís”, menciona Belén “Pelo de Oro”, mientras que sus compañeros Nacho Bombín y Emi Bombón rescatan los nombres de Hugo Midón, Carlitos Balá y María Elena Walsh. Hoy, le toca a Pica Pica ocupar ese lugar.