La vida pública, como sabemos, está determinada por distintos factores. Uno de ellos son las decisiones políticas vinculadas a hechos cotidianos, que ocurren hora a hora. Poco antes de las 22, por ejemplo, el Gobierno emitió el decreto para justificar la toma de crédito en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Otro factor son los ciclos económicos, que no son susceptibles de ser registrados diariamente por el periodismo. O cambios sociales, como el de las clases que se modifican y adquieren distintos espesores. Pero el más interesante para poner bajo la lupa es el de las emociones, que permiten entender un movimiento que se está registrando en la Argentina y explica en buena medida el fenómeno Milei. Además de la vida de muchas sociedades en Occidente. Las emociones no son algo enteramente racional, cartesiano. Son un factor esencial para comprender lo que ocurre en la vida política en la Argentina.

La Argentina Y El FMI La Gran Definición; El Editorial De Carlos Pagni

Cuando uno mira la historia emocional de la sociedad argentina, en la mayoría de las encuestas, sobre todo las cualitativas, que observan cómo se forman las ideas en la cabeza y los sentimientos en el corazón de la gente, se advierte que empieza a haber un cambio significativo en la segunda mitad del año 2020. Curiosamente es cuando se hace más riguroso el efecto de la cuarentena en medio de la pandemia, que produjo emociones muy agudas. Era la sociedad completa expuesta al misterio de un virus que nadie conocía, al peligro de la enfermedad y aún de la muerte. Más del 70% de los encuestados en aquellos sondeos entre 2020 y 2022 manifestaba posiciones pesimistas. Creía que ese año que estaba viviendo era peor que el anterior y que el próximo sería mucho más malo que el actual. Se cerraba el horizonte. Daba la impresión de que no había visibilidad hacia adelante.

Javier Milei en la apertura de las sesiones legislativas 2025

Hubo manifestaciones dolorosas que recorrieron toda la campaña electoral del 2023. Por ejemplo, la idea de que “esto no es vida” y de que “la política se ha convertido en un circo vacío del que nosotros, los votantes, ya nos fuimos”. Depresión, pesimismo e impugnación de la dirigencia para manejar la situación. Y la idea también, que Milei captura muy bien en campaña, de que hace falta un cambio de raíz. Es lo que se metaforiza con la motosierra. Es este el fenómeno que condujo finalmente a gran parte de la sociedad argentina a votar a Milei. Y si no entendemos eso que pasó, va a ser muy difícil comprender esto que está pasando, que es justamente un cambio en ese clima emocional.

Por debajo de los barquitos que se mueven en la superficie, está este mar de fondo que tiene que ver con los sentimientos. Una encuesta producida por la consultora Isonomía permite percibir cambios. A través de las variables emociones negativas, emociones positivas, emociones de alta energía y emociones de baja energía, los analistas de Isonomía describieron cuál es el estado emocional de la sociedad argentina hoy. Así detectaron que predominan emociones positivas, sobre todo expectativa (17%) y esperanza (23%). Esto contrasta con aquella otra emoción que dominó a la sociedad argentina entre 2020 en adelante: el desasosiego frente al futuro. Si nos detenemos sin embargo en las emociones negativas, hay un 14% de angustia, 11% de tristeza y 5% de miedo. Se da a entender entonces que el campo emocional está tan polarizado como el campo conceptual cuando se le pregunta a la gente si aprueba o desaprueba a Milei. Este es el mundo de las emociones, que los políticos buscan movilizar y se potencia mucho con determinadas redes sociales, más que nada con X.

Encuesta sobre los argentinos y sus emociones

Actualmente tenemos otro fenómeno que lleva esta discusión al extremo: las creencias. Hay una foto de Santiago Caputo, que se hizo famoso en las últimas semanas por sus intervenciones públicas, junto a la señora Marcela Podestá Costa, sobrina nieta de Benjamín Solari Parravicini. Parravicini era una especie de vidente o profeta laico que anunciaba en los años 30′ la aparición de un hombre gris -algunos creyeron en el 2001 que era Duhalde- que sería Milei. Se trataría de un sujeto que viene a salvar a la Argentina de la catástrofe. El dibujo que aparece a las espaldas de Caputo y Costa está pintado en la oficina del asesor presidencial. Dicen que el mismo Caputo tiene tatuado en la espalda un diagrama hecha por el mismo Parravicini para simbolizar las visiones “intuitivas” que tenía del futuro. Están los que bromean y dicen ‘pasa a ser del mago del Kremlin al brujo del Kremlin’. Varias veces en nuestro país hubo este tipo de pensamiento mágico, cercano a la brujería, en la cercanía de presidentes.

Santiago Caputo junto a Marcela Podestá Costa

Un trabajo de Casa 3, encuestadora de Mora Jozami, también se mete en el terreno de las emociones y mide los grados de felicidad de los argentinos, en una escala que va de uno (tristeza completa) a cinco (felicidad absoluta). Según se desprende del estudio, el promedio del total de encuestados gira en torno al 3,26%. Significa que la sociedad argentina está predominantemente entusiasmada. Asociada a la presencia de Milei entonces, hay una modificación o mutación en el estado emocional que conduce a la política desde la profundidad del fenómeno. Y que puede explicar cosas incomprensibles para muchos, como por qué en medio de un ajuste, el consenso acerca de Milei se sigue sosteniendo. Si uno tiene que imaginar una hipótesis, probablemente tenga que ver con algo que Milei obtuvo y no lograron sus antecesores: cumplir con una promesa importante. Este es el detalle que puede haber cambiado o estar cambiando el estado de ánimo, además de legitimar al Presidente dándole una autoridad que sus antecesores no tuvieron.

Encuesta sobre la felicidad de los argentinos

La promesa que cumplió es bajar la inflación, que produce una conmoción en la vida privada de todos nosotros ya que enloquece los precios y deteriora los ingresos. Es algo especialmente importante y doloroso en una sociedad con altísimos niveles de informalidad, que no puede defender su salario en el marco de una negociación salarial. Derrotar la inflación en ese contexto económico es importante, y permite entender que los niveles de aprobación en el Gobierno de Milei sean equivalentes a los niveles de desaprobación.

Una investigación de AtlasIntel, una consultora brasileña asociada a la agencia Bloomberg, que había vaticinado la victoria de Milei con mucha precisión, exhibe un empate entre aprobación (47,4%) y desaprobación (48,7%) respecto de la gestión del presidente Milei. Hay una curiosidad a destacar de esta encuesta: cuando se detiene en la imagen personal del jefe de Estado se produce en el mes de febrero un quiebre, que todos los encuestadores asocian al escándalo de la criptomoneda $LIBRA y la participación de Milei en ese negocio privado. Desde enero a febrero, cayó 10 puntos porcentuales la imagen positiva (45) y subió nueve puntos porcentuales la imagen negativa (50). Esto es personal, y puede encontrarse también en otras encuestas bajo los conceptos “me gusta el modelo, pero no los modales” o “me gusta la gestión de Milei pero no su estilo”. Es un cambio que preocupa al Gobierno, y obsesiona a Santiago Caputo, que es el encargado de que este incremento se retrotraiga. Tal vez por eso el nerviosismo y la exaltación.

Encuesta sobre la aprobación del presidente Javier Milei (AtlasIntel)

Aparece una característica que hay que empezar a mirar en este Gobierno. Está descripta por un artículo publicado por Francis Fukuyama, publicado en la revista Persuasion, donde trata de indagar en Trump. Dice: “¿Esto qué es? ¿Es fascismo? No, no lo es. No hay una ideología. Tampoco existe la idea marxista o comunista de reemplazar un sistema por otro. Lo que hay es un conflicto entre la institucionalidad y las pretensiones de éxito personal. Allí donde el éxito personal se ve contrariado por las instituciones, se abre el conflicto. Pasa por la rebeldía que pueden producir en algún líder los límites que impone la ley”.

Fukuyama llama a estos gobiernos “patrimonialistas”: les cuesta distinguir entre lo público y lo privado. ¿Qué dice Milei cuando remarca que tuiteaba desde su cuenta privada de “X”? “¿Por qué me miran como presidente si yo era el ciudadano Milei?”.

El sitio web El Canciller publicó una foto de un cartel en la vía pública donde se lo ve a Milei promoviendo una beca del instituto ESEADE, sobre formación y capacitación académica para estudios de administración de empresas, fundado por el gurú liberal de Milei, Alberto Benegas Lynch (hijo). En la imagen, el Presidente aparece en una publicidad privada, pero con la banda presidencial. Aquí hay otra confusión entre Milei y el amigo de Benegas Lynch, a quien quiere dar una mano para promover su instituto.

Milei promociona una beca de una universidad privada vinculada a Benegas Lynch

Esto no responde a la idea de un gobierno, un líder o una ideología antiestatal; es pre estatal. Esta confusión entre lo público y lo privado, lo que Weber y Fukuyama llaman “patrimonialismo”, la idea de que el Estado le pertenece a uno y, por lo tanto, puede hacer lo que quiere, es previa al Estado y a la ley. Es muy difícil distinguir lo público de lo privado. Es el clima donde prospera la corrupción.

Ahora hay un revuelo en la Aduana. Raro. Muy difícil de verificar. Se dice que la semana pasada llegó un avión, un vuelo privado desde Miami, con una señorita llamada Laura Belén Arrieta, aparentemente ligada a la Conferencia de Acción Política Conservadora, el núcleo en el que participa mucha gente del Gobierno y donde está Trump, por lo que Milei viajó a Estados Unidos hace unas semanas.

Ella habría llegado desde Miami con una cantidad de valijas. Aunque no se sabe cuántas, sí eran muchas. Y cuando la Policía de Seguridad Aeroportuaria y la Aduana realizaron un operativo, hubo una orden de arriba que indicó que no se revisara nada. En la Aduana dan por seguro este episodio. Parece que hay procedimientos que se aplican a unos y a otros no, como si el Estado fuera una cuestión de manejo privado, como si fuera “patrimonialista”.

Esto puede seguir afectando la imagen del Gobierno y podría explicar, en el caso $LIBRA, este cambio de humor no frente al Gobierno, sino frente a Milei, porque el tema parece personal. Y, por otra parte, vuelve más indispensable el control de la inflación. A medida que se desgastan otros aspectos del oficialismo, su principal activo, que es haber revertido la inflación, se vuelve más imprescindible para ganar las elecciones de octubre.

El presidente de Argentina, Javier Milei, con una motosierra a su llegada a la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) en el Centro de Convenciones Gaylord National Resort, el jueves 20 de febrero de 2025, en Oxon Hill, Maryland, Estados Unidos. (AP Foto/Jose Luis Magana)

Este problema hace muy importante la negociación con el Fondo, porque se trata de acotar la incertidumbre en un mundo que se ha vuelto muy desafiante, sobre todo por una cantidad de decisiones alocadas de Donald Trump.

Hay una discusión en curso con el FMI. Acaba de salir el decreto para convalidar el acuerdo. Se trata de un decreto que sustituye la ley que tendría que emitir el Congreso, según la ley gestionada por Martín Guzmán en el gobierno anterior, que establecía que todo acuerdo con el FMI que tuviera algún tipo de endeudamiento debía ser aprobado por el Congreso. Es obvio que el Gobierno no tiene esa capacidad para aprobarlo, aunque hubo un intento de Guillermo Francos, que fracasó porque no encontraba los votos para que se sancionara una ley aprobando este acuerdo.

La negociación viene bien. En la Casa Rosada y en el Fondo dicen que avanza en “muy buenos términos”. La Argentina puso otros negociadores distintos de los del primer tramo de gestión. Ahora negocian el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, y el viceministro de Economía, José Luis Daza. Son dos personas de muy buen talante y estilo personal. Es muy difícil que una negociación llevada adelante por ellos termine en un escándalo o un conflicto inmanejable.

Hubo una confusión. Cuando Milei dijo que mandaría el acuerdo con el Fondo al Congreso, durante el discurso de inicio de sesiones ordinarias, todo el mundo pensó que el acuerdo ya estaba cerrado. Pero todavía no. La velocidad que trae hace pensar que este acuerdo va a estar aprobado por el directorio, ya no solo por el staff técnico, a mediados de abril. El Gobierno lo quiere pronto, porque le da un respaldo, sobre todo si hay un desembolso importante, para moverse en aguas globales turbulentas que, desde el punto de vista financiero, se han vuelto muy inciertas. Basta con mirar el comportamiento de las bolsas, en especial las europeas, que se derrumbaron. En este contexto de incertidumbre global, es muy importante para el Gobierno contar con esta carta de una especie de certificación externa de que el programa funciona.

¿Por qué se demora? Hay dos temas que todavía restan ser definidos, el monto del desembolso y el nuevo régimen cambiario. A pesar de que el ministro Luis Caputo dijo este fin de semana en LN+, con Horacio Cabak, que ya estaban cerrados, a nivel del staff técnico. La demora se debe a que todavía no se terminó de establecer cuál será el régimen que adoptará la Argentina para las operaciones cambiarias. ¿Qué va a pasar con el cepo? Si uno hipnotizara al Gobierno, en vista de las elecciones de octubre, dirían que prefieren seguir con el cepo y con el crawling peg del 1% mensual, esa pequeña devaluación que deciden los funcionarios en el Banco Central. Esto va contra la posición del Fondo, que parecería estar más alineada con lo que uno imagina que realmente piensa Milei cuando se observa su pensamiento económico: la flotación. Un mercado libre de cambios, con alguna intervención del Banco Central, pero en general con libertad de mercado. ¿Qué mejor que el precio del dólar lo fije la oferta y la demanda?, piensa un liberal.

Hay un fragmento muy importante de la entrevista a Caputo, porque Cabak le pregunta: “Bueno, ¿qué va a pasar con el sistema cambiario? ¿Esto del 2% y ahora del 1% de devaluación mensual se mantiene?”. Caputo responde que sí se mantiene, pero después dice que no. O sugiere que salimos de ese esquema y que no hay que intranquilizarse porque no hay suficiente cantidad de pesos como para que, si se libera el cepo, que es lo que se está negociando, haya una turbulencia cambiaria.

ODISEA ARGENTINA

Con respecto a la cotización del dólar, Cabak preguntó al ministro Caputo: “Ustedes arrancaron con la idea de ir depreciando el peso un 2% en forma mensual, ahora están en el 1%. ¿Se modifica esa política cambiaria con este acuerdo?”.

“De lo que puedo decir, lo importante para la gente son dos cosas: la primera es que no cambia nada por la robustez de nuestro programa. Ese pasivo del Banco Central típicamente estuvo entre 14 y 18 puntos del producto bruto. Hoy ese número es menos de 7%. Esto quiere decir que vamos a ir a una competencia de monedas donde, aunque parezca alocado, van a terminar faltando pesos, y la moneda fuerte va a ser el peso. Eso lo dije hace 14 meses. Hoy estamos en esa situación. ¿Qué quieren decir esos apenas 7 puntos de producto? Que no hay pesos. La economía necesita una cierta cantidad de pesos para funcionar, a menos que creamos que volveremos al trueque. El hecho de tener tan controlada la cantidad de pesos hace que eventualmente pueda haber un poco de volatilidad acotada en el tipo de cambio, pero nunca puede haber un cimbronazo, porque para que pase eso tiene que haber suficiente cantidad de pesos”.

Cabak le dice: “¿Va a cambiar algo?”. Es decir, ¿se levanta el cepo, se libera el mercado de cambios? Y Caputo responde: “No, no va a cambiar nada”. Lo que sugiere Luis Caputo es que no va a haber cimbronazo, que va a seguir habiendo estabilidad con el dólar. No ratificó el crawling peg, lo cual es muy importante porque quiere decir que la negociación está suficientemente avanzada como para pensar en otro régimen cambiario.

Esto está ligado al monto del desembolso, porque hay que suponer que la Argentina va a entregar el cepo si consigue un desembolso importante, que algunos consideran puede ser de 15.000 millones de dólares del Fondo, más unos 5000 o 7000 millones de dólares de otros organismos, alrededor de 20.000 millones de dólares. Esta es la hipótesis y el número que circula entre gente muy informada en relación con esta negociación.

El ministro de Economía, Luis Caputo, llegando a la Casa Rosada

Caputo dice que no puede haber un cimbronazo porque hay pocos pesos, no hay suficiente cantidad como para producir una corrida. Hay otro razonamiento de otros economistas que dicen que va a haber demanda de pesos, porque con el peso ahora puedo comprar cualquier cosa menos dólares. Si se libera el mercado de cambios y también puedo comprar dólares, el peso va a ser una moneda más interesante que voy a querer tener, y la voy a demandar. Y eso disminuye la posibilidad de una corrida cambiaria que produzca un reflujo inflacionario que deteriore el principal activo político del Gobierno y que ponga en riesgo un triunfo electoral en el mes de octubre.

Este es el circuito económico-político de este problema del dólar: la eventualidad de una corrida que genere inflación y produzca deterioro en la imagen del Gobierno y en la adhesión de la gente al Gobierno. Esto es lo que tratan de evitar.

Ahora bien, el Gobierno intentó aprobar este decreto, aprobar la ley, no pudo, y esto pone en evidencia algo que explicó el lunes pasado Juan Manuel Olmos, dirigente importante del peronismo de la Capital, cuando dijo: “El Gobierno no negocia con nosotros, no negocia con la oposición, impone cosas”. Olmos no habla de la ley, que seguramente el kirchnerismo jamás aprobaría -no le aprobó Alberto Fernández un acuerdo con el Fondo, menos se lo va a aprobar a Milei-, sino del plano institucional y judicial.

Va a haber un acuerdo y empieza a notarse cada vez más claramente la posición de Cristina Kirchner. Su postura es idéntica a la que ella misma mantuvo con los senadores que le respondían en el año 2016, cuando Macri quiso consagrar a dos jueces de la Corte, Rosatti y Rosenkrantz, por decreto. ¿Qué decía en aquel momento? Si vienen por decreto, son rechazados. Esto es lo que va a hacer Cristina Kirchner, o lo que va a ordenar la expresidenta, aparentemente con Lijo y con García Mansilla.

Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla

Hay que mirar todo esto con lupa, porque no es lineal. Primero, porque hay una diferencia enorme entre aquel decreto de Macri y este decreto de Milei para poner a Lijo y García Mancilla. ¿Cuál es la diferencia? Que Macri firmó el decreto, postuló a los dos jueces, pero esos jueces no juraron. Mientras tanto, en el mismo decreto se desataba el proceso para que el Senado apruebe los pliegos. Miguel Pichetto dijo: “No vamos a aprobar los pliegos; sí vamos a convalidar que entren por decreto, pero ya con el acuerdo del Senado.

Cristina, y lo dijo en aquel momento la senadora Fernández Sagasti, sostuvo que aunque busquen el acuerdo del Senado, si admitieron ser designados por un decreto, no serán admitidos. Ahora la situación es más delicada, porque el Gobierno emite un decreto y los designa por decreto cuando el Senado ya está tratando el caso. Es decir, la ofensa al Senado es mayor. El Gobierno ya envió los pliegos, la Comisión los trató, y aunque el Senado se demore en aprobarlos, no es que el Senado no esté trabajando en el tema. Esto le da mayor razón a Cristina Kirchner para decir: “Voy a salir en defensa de la potestad del Senado, del poder del cuerpo, y mis senadores van a rechazar los dos pliegos”.

Recinto del Senado de la Nación.

Ahora bien, son dos pliegos distintos. García Mansilla ya es juez de la Corte. ¿Significa que si el Senado rechaza su pliego, él tiene que renunciar? Gran problema, porque la Constitución dice que para remover a un juez de la Corte solo hay un procedimiento: el juicio político, con una condena de dos tercios del Senado. Es decir, daría la impresión, según más de media biblioteca, que aunque el Senado le rechace el pliego, García Mansilla, por el decreto, puede quedar hasta noviembre. Un García Mansilla que, aparentemente, se parece conceptualmente más a Rosenkrantz y Rosatti que a Lorenzetti.

Otra es la situación de Lijo: si le rechazan el pliego, no va a ser juez de la Corte. Quiere decir que, al final, podría quedar hasta fin de año una Corte con tres jueces que se parecen ideológicamente entre sí y uno que está más cerca del Gobierno. Sería un gran fracaso de Milei: quedaría una Corte de tres a uno, configurada con un estilo que el Gobierno quiere corregir. Otro problema, u otro fracaso, del “mago del Kremlin”, Santiago Caputo, que es quien tenía que negociar todo esto, y aparentemente no negoció. ¿Qué era negociarlo? Que el Gobierno dijera: “Quiero a Lijo o quiero a García Mansilla, poné vos al otro”. Eso es una negociación. Nunca hubo eso.

Juan Manuel Olmos y Karina Milei, apoderados de Unión por la Patria (UP) y La Libertad Avanza (LLA), respectivamente, concurrieron a una reunión convocada por la Cámara Nacional Electoral

Es un tema importante porque en la Corte se discuten cuestiones cruciales para la política. Por ejemplo, la situación de Cristina Kirchner, que todavía no ha sido definida por la Cámara de Casación en el caso de la obra pública en Santa Cruz. Según dicen, la decisión podría llegar cerca de julio. Es muy difícil que la Corte trate ese tema antes de las elecciones, es decir, que la Corte le cierre el camino a Cristina Kirchner desde el punto de vista electoral.

Hay otra causa importante en la Corte, mucho menos conocida: una contra Jorge Macri, al que el Gobierno ha puesto en la mira usando todos los recursos, decentes e indecentes. Esa causa por lavado se originó cuando era intendente de Vicente López. Fue absuelto y sobreseído por la jueza Arroyo Salgado en San Isidro. La medida fue apelada por los fiscales. Lo sobreseyó la Cámara de San Martín, pero el fiscal de la Cámara apeló la medida. Lo sobresee la Cámara de Casación, se volvió a apelar y llegó a la Corte. Es todo un problema para Macri, que está en el corazón de la gran tormenta que es la política porteña y donde se juega mucho de la política nacional. En buena medida, en la política porteña, se juega la posibilidad o no entre una alianza entre el Gobierno y el Pro. Es decir, se decide cuál será el destino de la derecha. Se despeja o se empieza a despejar la incógnita de si Milei puede quedarse enteramente con el poder del Pro en la Capital Federal o si va a tener que pactar con Macri. Esto se encuentra detrás de las candidaturas que empiezan a postularse en los últimos días para la elección de la legislatura porteña anticipada. En consecuencia, Mauricio Macri, que ya le intervino el Ejecutivo porteño a su primo con la designación como jefe de Gabinete de Gabriel Sánchez Zinny y Horacio Giménez como ministro de Seguridad, postularía seguramente a María Eugenia Vidal. Macri lo que quiere mostrar en la Capital Federal no es al gobierno de su primo sino al Pro como partido.

Hay un problema. Horacio Rodríguez Larreta, muy ligado al Pro, quiere ser candidato en contra de Vidal y, en alguna medida, de Jorge y Mauricio Macri. El expresidente le dice a sus amigos que puede persuadir a Rodríguez Larreta para que se baje. Tiene una semana para hacerlo. Si no el Pro podría tener un drenaje de votos. Será algo importante ya que La Libertad Avanza y Karina Milei van a poner mucho empeño en la elección porteña. Dicen que podría ir Adorni o Pilar Ramírez, representante más directa de Karina Milei en el distrito.

Jorge Macri, Patricia Bullrich, Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta en 2023

Mientras tanto, Patricia Bullrich desde el gobierno nacional insulta a los Macri aún siendo del Pro. Les dice “Mauricio, dejen de tener la Capital Federal como un botín personal”. ¿Desde cuándo la tienen? ¿Cuándo ella era candidata de Macri ya pasaba eso? ¿Empezó a ser un botín de los Macri cuando ella entró a la política de Milei? Mutaciones a las que estamos acostumbrados y producen enorme desgaste.

También esto explica que Milei, cumpliendo con una promesa, gane. El peronismo de Juan Manuel Olmos y Santoro mira la dispersión ajena y dice “nosotros con una minoría homogénea, a lo mejor podemos hacer un gran papel”. ¿Ganar? En las noches de embriaguez también lo sueñan. Hay que ver la elección porteña. Si los Macri logran hacer unos buenos comicios, de 25 o 27 puntos, Milei está obligado a pactar con ellos para la elección de senador que se juega en octubre en la Capital. Cambiaría el panorama que conocemos hoy y las perspectivas parlamentarias del gobierno de Milei a partir del año que viene.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí